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En un día como hoy

  Hoy… amanecí más despeinada de lo normal, el mundo desordenado me habla, me dice que me deje llevar; el sol calienta mis piernas, camino… sigo los pasos del viento asustado, me habitan las ganas de tenerte.   Colgaban los sueños en la vereda de la vida, y hay días en los que no quiero ser la misma, seré del mundo hasta que mi corazón sane la herida ; cargando el pasado, ese dolor en mi alma me agota, pero todo se alinea en el camino de los sueños.   Y hay días en los que me cansa andar detrás de cosas, especialmente de mi alma, de levantar el cuerpo herido y ponerlo a trote de nuevo, sintiendo que me desplomo.   A veces no sé cómo transitar en el camino de piedras y cristales rotos; me veo ahí, en el reflejo, siendo un pedazo más, pero soy tan única, no soy otra cosa, en realidad, nunca mostré nada que no fuera real, no importan esas otras palabras que no conocen mi verdad.

Para vivir

La hora pasa y sigo sentada en el mismo lugar, contando azulejos, oyendo los gritos desesperados  que llegan a mi; a lo lejos se oyen las camillas andar por los pasillos, el ruido del ascensor  al subir y bajar, y un extraño estrépito que no reconozco, entre tantos otros que se pierden en mi mente  distraída. Uno, dos, tres... y empiezo otra vez; mi mente no descansa un segundo. Las veinticuatro horas del día luchando para vivir aquella vida que estaba dispuesta a pagar con  ilusiones y sonrisas, con amor y sin prisa.  Las sabanas blancas, el olor a flores que me gustaría sentir, me lo imagino:  un campo lleno de rosas  y  margaritas. Pero todo sabe mal; mi respiración se agita, mi pulso se apresura por vivir.  En el reloj de arena que dibujé, la hora pasa más lento, la vida duele por cada minuto  y mi cuerpo está pagando por su lentitud.

Aquellas noches

Aquellas noches en las que he escrito en tu nombre, pensando en los deseos enloquecidos  que tenía de verte... lo he hecho sabiendo que no sucedería nada más que un desagradable desencuentro, un mar de ilusiones y cero posibilidades de estar a tu lado.  Todas aquellas noches en las que pensaba en tus ojos y en las que escribía poesía imaginando tu cuerpo y tus labios pronunciando “amor”, también imaginaba una mirada cálida que se dirigiera a mí con pasiones interminables.  Aquellas noches en las que el insomnio carcomía mi mente y me hacía cada vez más débil, provocaban en mí una potencial y siniestra amargura. Imaginaba en las noches oscuras de agonías, una silueta que me decía que el suicidio anhelaba verme. Aquella sombra, estremecida por los amoríos, añoraba verme llorar; me repetía una y otra vez que tú ya no me querías.

Un sueño

Un sueño que me toca el alma, que recorta mi vida en trozos,  en pedazos de ilusiones con sabor amargo. Un sueño que descose mi corazón sin piedad, que mata mis horas de realidad,  que destruye mi vida de cristal.  Un sueño que me deja en fragmentos, en soledad;  vacía mi alma de tu amor, me llena de pena y desilusión.    Ahora me miro al espejo y soy ajena a todo sueño  de amor, ahora ya no queda pasión. Un sueño de desilusión y desamor.  Lila Gwski 

El aire de otros

Todos los días mis ojos recaían en la misma vista. Por las mañanas, cuando apenas me levantaba, abría las ventanas y me asomaba a respirar el fresco aire que recorría mi piel, rozando la luz del sol por mis labios cortados por el frío de la noche anterior.  La claridad del día parecía cegarme, mis pupilas lagrimearon por el ardor del sol, mi visión parecía desvanecerse; mis brazos, mis piernas, mi cuerpo se disiparon por completo y caí al piso perdiendo fortaleza. Mi realidad se distorsionó por la aparición de una extraña sombra que se apareció ante mis ojos, tontamente intentaba levantarme, intentaba levantar mis párpados por completo, intentaba volver a vivir.  Cuando me di cuenta que, en la dimensión del mundo en la que estaba, mis manos, mis piernas y mi cuerpo entero ya eran cenizas, pasé a ser una nada que volaba en el aire sin rumbo fijo, siendo yo, esta vez, el aire que otros respirarían en las mañanas cuando apenas abran sus ventanas.                                           

Las olas

Las olas acarician la arena, rozan mis piernas con   su fría agua, y me detengo una vez más a mirar  el horizonte. Me acuesto en la arena y mis ojos se  pierden en el eterno cielo estrellado, imaginando  todo y nada a la vez. Me cierro, pienso, imagino,  pero no puedo desvelarme con estas ilusiones  vanas.  Y vuelven las olas y acarician la arena, y rozan de  nuevo mis piernas. Y me detengo otra vez, pero ya no estás a mi lado.  Y te imagino, y te pienso, y veo cómo la vida pasa,  y cómo todo se pierde en el tiempo. En "Encontrarme fue poesía" - Goralewski, Dalila 

Espejo de ilusiones

Clamaban los vientos vespertinos en mi alma. Los pájaros volaban y el sonido del mar inundaba mis  oídos con su suavidad, llenando mi ser de tranquilidad. Pero, a su vez y, paradójicamente, me llenaba  de recuerdos que estremecían mi corazón.  El dos de abril partiste y mis ilusiones quedaron en el mismo lugar en donde nacieron. Me descubrí y  descubrí mis propias angustias a través del espejo de tu mirada que me desesperaba, llena de vanas  ilusiones. El seis de abril volví a verte, pero esta vez fue entre tumbas y flores marchitas, como cada  ilusión que dejaste. Ahora, las noches se tornaban más angustiosas y frías, provocando una tormenta en  mi vida. El eco de tu risa quedó en mi memoria, el reflejo de tu dulce mirada se guardó en mi alma; tus  besos se impregnaron en mí como el sol en mi piel. Y cada ilusión se vio reflejada en el espejo de mi  vida, inconsciente por la falta amor.                   En " Encontrarme poesía " - Goralewski, Dalila